jueves, 19 de julio de 2007

recreo

3 comentarios:

Lila Magritte dijo...

Y los pastelillos cuándo?

Anónimo dijo...

La tremenda despedida de soltera de la vida real que le tenían a la madre superiora. Ella estaba transportada por el canto y el baile de la profana esa.

Yo aseguraría que los ojitos de la madre superiora tenían un brillo pecaminoso, como que le hubiera gustado la carne de la infame diabla que le bailaba al frente.

Puede ser que me equivoque, pero algo sé de estas cosas.

Thérèse Bovary dijo...

Yo creo que la doctora o dotora tiene razón. Me encantó el rugido de la selva enjaulada en un tigre de bengala, ¿sería de bengala? pero cómo rugía, señor, por Dios, y las monjitas en coro rugiente, ayayay, grrrrr.

Y veo que ya anda la Magritte pidiendo pastelitos. Sólo piensa en comer y en las maquinitas del casino...

Además, ella debería quedarse tranquila con el Heraldo y dejar a la doctora tranquila en diálogo con su Infante.

Es una opinión nada más.