a Therese
no es un espejismo el mar
ni su memoria de plata.
no lo son la luz del mediodía
ni las tardes nubladas de septiembre
no es un espejismo el mar
ni el horizonte azul que lo confunde
ni la espuma final
que se pierde en la orilla
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2 comentarios:
Mi querido Infante de Mondragón, así es, tal como usted lo dice en versos tan perfectos, y en esa escena notable que ha encontrado para compartirla con nosotros.
Y por supuesto siempre será un modo de final, de paso y peso del tiempo, de agobio, de nostalgia y mucho de muerte, en Venecia o en La Serena...
Gracias Infante y lo espero en "Confesso que te amei" ya que tenemos varios asuntillos pendientes, usted sabe.
que maravillosa pelicula.... recuerdo cada escena
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